El medio natural, tan cercano a nosotros pero, a la vez, tan alejado de nuestra actual forma de vida, retrocede, se altera y se va degradando ante el imparable empuje del llamado "desarrollo".

Especies que desaparecen, zonas silvestres que poco a poco van siendo invadidas por el hormigón, costas demasiado urbanizadas, formas de vida tradicionales que rápidamente van desapareciendo y ya sólo se conservan como atracción turística... Ya quedan pocos santuarios naturales.

Pero aún nos quedan lugares increíbles que debemos conservar y proteger...




martes, 30 de noviembre de 2010

Las casas-cueva de Guayadeque, Gran Canaria

En el sureste de la isla de Gran Canaria se encuentra un barranco profundo,  agreste y salvaje, en cuyo corazón y excavado en la escarpada pared occidental, se encuentra el curioso pueblo que le da nombre.
Avanzando por la carretera nos adentramos en este espectacular barranco en busca del pueblo de Guayadeque.

Alcanzada la localización, vemos que Guayadeque es un pueblo perfectamente integrado en su entorno natural.

Descubrimos un pueblo formado por casas cuevas que proporcionan una temperatura interior tremendamente estable, una suerte de "agujeros-hobbit" de estilo propio y único.



Desde las calles de este curioso pueblo podemos asomarnos al barranco con la seguridad de estar a salvo de cualquier inclemencia meteorológica.



Una vez visitado el pueblo ya sólo nos queda acercarnos a la parte alta del barranco y disfrutar de la panorámica general del mismo y de la tranquilidad y quietud del lugar, muy cerca pero a la vez, lejos de la ajetreada vida diaria.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Un paseo por el Nilo.

El Nilo, habitado desde hace miles de años por civilizaciones avanzadas y perfectamente adaptadas a la vida en sus orillas es hoy un territorio super poblado y amenazado por la desertificación y la sobreexplotación de sus orillas.
Como siempre la modernización del estilo de vida está detrás de ello.
Desde el aire el río y sus orillas se ven como una enorme serpiente verde.

Ya abajo, lo primero que destaca es la gran perturbación causada por la mano del hombre: la presa de Assuán, una obra de ingeniería faraónica para controlar las crecidas anuales. Lo malo es que también impide el paso del fértil limo valle abajo.

Rebasada la presa entramos de lleno en el curso del rio donde la vida transcurre lentamente y bastante arraigada a sus modos de vida rurales.


Poblaciones de diferentes tamaños se suceden rio abajo entre las cuales los habitantes pastorean los rebaños de ganado y cultivan las orillas de la misma manera que lo hacían sus antepasados.


A medida que nos sumergimos en el paisaje y nos vamos fijando mejor vemos cómo poco a poco el desierto, bajo la atenta mirada de los templos, va ganando terreno hasta llegar en algunos puntos a la misma orilla.

Más abajo descubrimos restos mal conservados de antiquísimas culturas















Y, al atardecer los campos verdes de las orillas ceden el paso al hormigón, cristal y acero de la gran capital, El Cairo, donde acaba nuestro viaje.